El Ichiraku.

***... Luego de andar unos instantes, suficiente tiempo para hiperventilarse y recuperar un poco la compustura se dirige al lugar que ocupa el restaurante, puesto que el largo camino a pie ha empezado a hacer estragos en ella, haciendo resonar su estomago por el hambre y llenandole de cierta fatiga.

Sonríe plenamente al encontrar aquel modesto lugar en pie y se detiene. Piensa en si sería mejor aproximarse mas hasta que Yondaime llegue o empezar sin el, asi que lleva las manos a sus caderas y medita.


Unos instantes mas tarde se escucha una voz femenina, imperante y fuerte que sobresalta tanto al cocinero como a 2 habitantes que rondaban por ahi

- Escuchenme bien, gente de Konoha!! - Grita impetuosa, señakando al frente con el dedo índice diestro -He vuelto desde la Aldea del Tornado, tengo hambre y no aceptaré un "espere por favor" por respuesta! SOY UZUMAKI KUSHINA, NO LO OLVIDEN!!-

** Mira con seguridad hacia el par de cocineros, y luego sonríe con amplitud una vez que percibe el agradable olor de los guisos. Decide acomodarse en uno de los banquillos y pasar la mano por sus cabellos rojos, ordenandolos un poco. Vuelve la vista en cada detalle del sitio, suspirando con cierto aire de nostalgia. Mira luego alrededor, por si acaso divisara a Minato por ahi y frunce el ceño un instante al no verle llegar.

Vuelve la vista al hombre, hablandole ya con mas serenidad.

- Bueno... tengo hambre como para comer uno de cada cosa... pero estoy esperando a alguien. Pongame algo que beber, por favor, que muero de sed. Comeré hasta que venga el que estoy esperando.- ***

** tiene un pequeño sobresalto al escuchar al Hokage llegar. Luego una comica gota de sudor le corre la sien derecha, mientras hace un gesto que acentua la gracia de la situacion.

- Tienes todavía la costumbre de llegar inesperadamente, Hokage-sama.- Musita con una suave sonrisa - Y con respecto a tu pregunta recién estaba pensando en dejarte sin nada de comida por hacerme esperar - hace un gesto que dista de ser resentido, para volver a sonreír. Realmente la estancia en Konoha le estaba siendo muy grata. Se volvería en dirección al jefe de cocina, para hacer su encargo- Quiero un miso ramen con extra curry y aleta de tiburon, por favor-

Luego se vuelve en torno al Hokage, manteniendo esa sonrisa serena, iluminado el rostro por los rayos de sol que se cuelan entre las aberturas de los mantos tendidos alrededor del establecimiento, haciendole un delicado matiz sonrosado a las mejillas**

** El señor Ichiraku profesa una grata sonrisa y, junto a su joven ayudante fémina, comienza apreparar los pedidos, para que se deleiten con comida recién hecha y no con lo que hay en el mostrador.

Yondaime, por su parte, se mantiene mirando a la kunoichi. Su brazo derecho queda apoyado en el mármol de la barra; su posición es bastante seca.

- Bueno, cuéntame. ¿Has aprendido mucho en el extranjero? ¿Qué has visto por allá afuera? ¿Ya me superas en conocimientos ninja? -

Habla con cierta rapidez, como entusiasta por saberlo todo. Haría más preguntas de no ser porque, posiblemente, Kushina no recordaría algunas. **

** Mira al Hokage y sonríe con un atisbo de entusiasmo, en lo que el señor Ichiraku y su ayudante se entretienen con sus labores.
- Pues bueno, que es gracioso, tanto tiempo en la Aldea del Tornado me hace sentir aqui en mi propia patria como una extraña. No me acuerdo de nadie y nadie seguro que se acuerda de mí -sonríe con picardía, mostrando la punta de la lengua- La vida allá es un poco mas ruda, por el clima... tan cambiante. Es mucho trabajo duro... ah, y de paso la mayoria de la gente allí son... chicos, lo cual me pareció increíble. Apuesto a que Jiraiya-san no estará a gusto ahí -ríe suavemente llevandose una mano a la boca- Oye, algún día tendremos que ir al País del Udón y del Te... estoy segura de que sería un viaje relajate para ti -suspira un momento, calmando su entusiasmo um poco- Y en cuanto a mis habilidades... Bueno... no estoy a tu nivel precisamente, pero creo que ya puedo participar en alguna mision importante; aunque claro, eso no lo decido yo.-

Miraría de frente al Hokage, con una sonrisa disimulada, esperando a que continuara interrogandole. Sabía que tan pocas preguntas no satisfacerían su característica curiosidad.****